Amor infinito, torpeza gigante
- Macarena Pardo Palma
- 23 jun 2015
- 4 Min. de lectura

" Porque de tal manera Amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda mas tenga vida eterna" Juan 3:16.
Desde el principio de la creación Dios ha demostrado su infinito Amor para con el hombre. Es posible ver reflejada ésta verdad cuando Él decide ponerlo en el Huerto de Edén, donde el hombre tendría el beneficio de disfrutar de todas las maravillas que éste huerto plantado por Dios poseía [Génesis 2:4-25]. Posiblemente éste relato de la palabra de Dios es conocido por la mayoría de nosotros, también conocemos sobre la desobediencia que posteriormente sucede, y de ésta manera podemos darnos cuenta que la torpeza está presente desde ese entonces en el hombre y continúa siendo una realidad posible de identificar hasta el día de hoy.
Sin embargo, Dios en su naturaleza, es Amor [1 Juan 4: 7-21] , y además ÉL no cambia ni varía, es Inmutable. "Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos." Malaquías 3:6. Es por eso que desde siempre ha extendido su mano de amor y misericordia hacia el hombre. La grandeza de éste Amor es tan incalculable, que como nos dice el versículo que encabeza este escrito, envió a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo, a la tierra para padecer por nuestros pecados y morir en la cruz, de esta manera pagar el rescate de toda la humanidad, y el mundo sea salvo por Él. Esta verdad del amor de Dios y la oportunidad de alcanzar la salvación es una de las muestras más grandes de este incomparable tesoro.
Hoy en día nuestra sociedad vive bajo la torpeza de no aceptar la verdad del Evangelio, sumida bajo la falsa idea del ser humano independiente y autosuficiente que no necesita de Dios, confiando en teorías terrenas para poder cambiar el corazón del hombre, creyendo que la existencia y el poder de Dios depende del parecer y de la forma en que cada uno decida creer, en lo personal he escuchado a más de alguna persona decir: Yo creo en Dios a mí manera!, hablando sin entendimiento, actuando bajo la torpeza de rechazar el conocimiento de la verdad y por ende no aceptando al Señor Jesucristo. Lamentablemente es posible ver las repercusiones y consecuencias de lo que es vivir una vida sin Cristo, sin luz, sin Amor.
"El que en él cree, no es condenado; pero en que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y ésta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas." Juan 3: 18- 21.
Sin duda, muchos de nosotros nos hemos encontrado desde esa otra vereda, viviendo una vida sin Él y no pudiendo comprender ni disfrutar de esta hermosa verdad que hoy por amor y misericordia es manifiesta en nuestras vidas. "Tan torpe era yo, que no entendía; Era como una bestia delante de ti". Salmos 73:22. Es importante que en cada uno de nuestros corazones podamos comprender qué es el Amor de Dios quien salió a nuestro encuentro y no caer en la necedad de olvidarnos que Él es quien nos sostiene, nos da de su Gracia, nos guarda, nos dirige, nos bendice y muchas veces nos corrige, y todo sólo por Amor.
El plan de Dios es perfecto y su amor no puede ser medido ni comparado con nada terrenal. Como ya conocemos de su inmutabilidad, día tras día lo podemos ver presente en nuestras vidas, en cosas grandes como su salvación, a través de un hermano cuando nos alienta a seguir adelante en la dificultad, o también en cosas son pequeñas para el ojo humano, como poder escuchar el sonido de las aves y vivir la misericordia de abrir nuestros ojos cada mañana. El amor de Dios también es manifiesto para todos aquellos que no le conocen, cada día cuando un hijo de Dios les habla del Evangelio, cada domingo teniendo la oportunidad de escuchar a un grupo de hermanos predicando en la calle y entonando alguna alabanza que da a conocer del amor del Señor y estas gratas nuevas de Salvación para sus vidas, siendo siempre Dios quién les llama con voz amante. Ciertamente a pesar de la torpeza del hombre, de la incredulidad y quizá muchas veces del orgullo de no reconocerse como un ser falto ante Dios y necesitado de Él, El Señor sigue extendiendo su mano de amor, sigue llamando al arrepentimiento verdadero y alcanzar el perdón, sigue amando a su creación, continúa dando de su Gracia y para nuestra profunda gratitud, el amor del Señor no tiene fin, las bondades del Señor no se agotan, y su fidelidad jamás decae.
"Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor". Juan 15:9. Hoy como hijos de Dios, podemos disfrutar diariamente del Amor del Señor en nuestras vidas presentes en todo tiempo, en los días felices y en los dificultosos, en días de sol y también cuando el invierno llega a nuestras vidas, además de tener un mandamiento directo de nuestro Señor a permanecer y perseverar en éste Amor, siendo un fruto del Espíritu producto de la comunión con ÉL.
Al finalizar este artículo quisiera que meditásemos en lo importante que es enaltecer el amor de Dios con el hombre, en reflejarlo hacia todos aquellos que aún no le conocen, y también asumir el mandamiento de amarnos unos a otros, tal como Él nos amó, nos ama, y nos amará.
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