Sedientos
- iglesiasanbernardo
- 28 oct 2015
- 2 Min. de lectura

¿Has tenido sed alguna vez? Cuando se nos seca la boca, la lengua se nos pega al paladar y deseamos desesperadamente algún líquido que nos quite esa sed horrible que sentimos en ese momento. Buscamos algo y encontramos diversidad de líquidos como bebidas, jugos y algunas personas hasta alcohol. Pero luego que uno toma con rapidez ese líquido que siempre encontramos en nuestras casas o las compramos en la calle, ocurre algo que no teníamos planeado, vuelve la sed. Entendemos que nada quita la sed que tenemos como un rico y helado vaso de agua, solo agua de la llave.
Hay estudios que revelan que el hombre y la mujer pueden sobrevivir 21 días sin ingerir ninguna clase de alimento, pero sin agua solo se puede vivir 7 días ¡Es una gran diferencia! Si no consumimos agua nuestro cuerpo se va deshidratando y van ocurriendo gran variedad de enfermedades en nuestro cuerpo.
¿Pero hermano, qué tiene que ver esto con mi crecimiento espiritual? Tiene mucho que ver con nosotros mi hermano, la palabra del Señor dice en Hechos 3:19
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio
¿Cuantas veces en nuestro caminar cristiano el pecado nos va deshidratando nuestra vida espiritual? Pareciera que no está ese mismo gozo, esa paz que sólo Dios nos da, ese anhelo por servir y alabar su Nombre. Son rastros de que nos estamos apartando de Dios, pensamos que nuestro pecado o nuestra falta es muy grande para que Dios la perdone y limitamos el amor de Dios para con nuestra vida y no nos damos cuesta que Dios es amor, porque así lo muestra su palabra.
Es momento que tomemos el refrigerio que Dios te quiere dar a través del sacrificio de amor que hizo nuestro Señor Jesucristo. Y verás que la sed de perdón, de paz y de amor será saciada. Dejemos de probar las bebidas que el mundo nos ofrece, las cuales sacian por momentos. Quizás las encuentres muy deliciosas, ¿pero están saciando tu sed? Tu alma tiene deseo de esa agua especial, la cual solamente te puede dar Dios.
Cuando Jesús enseñaba al pueblo, siempre les daba ejemplos cotidianos que ellos pudieran entender. También se presentaba como el Hijo de Dios y el cumplimiento de las palabras de los profetas. Se mostraba como el verdadero Pan del cielo, el verdadero Camino hacia el Padre y que él era la Vida eterna. Pero Jesús tuvo una conversación con una mujer samaritana (Juan 4:1-42) donde Jesús le enseña a esta mujer que sólo él podía entregar el agua que saciaría la sed espiritual que tenía esa mujer, y ella creyó. Es por eso que ya dejemos atrás lo que no nos sacia, el enojo, los malos pensamientos, nuestra rebeldía, etc. Y empecemos a buscar a Jesús, solamente en él encontraremos lo que nuestra alma necesita y anhela. Y sólo cerca de él entenderemos que es el mejor lugar donde nuestra vida encuentra esa verdadera paz que necesita.
Para Dios es la Honra y la Gloria para siempre.
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