Sin Él, nada somos
- Macarena Pardo Palma
- 15 sept 2015
- 3 Min. de lectura

Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. [Juan 15:5]
Cada vez que meditamos este pasaje de la Palabra del Señor, en nuestra mente se ilustra la imagen de una vid, junto con sus ramas y frutos. Y también la conexión que existe entre ésta vid, la cual proporciona todos los nutrientes que los pámpanos necesitan, y de ésta manera producir un fruto bueno, agradable a la vista y por sobre todo saludable. Éste versículo de la Palabra de Dios, nos relata que Nuestro Señor Jesucristo es la vid verdadera y nosotros sus pámpanos. También que si nosotros permanecemos en Él podemos llevar mucho fruto, porque separados de Él nada podemos hacer. Creo que a cada uno de nosotros corazones existe el profundo anhelo de dar un fruto que sea agradable para nuestro Señor. Sin embargo el versículo anterior nos afirma que separados de Él, nada podemos hacer, y esto es una realidad en cada de una de nuestras vidas.
Ciertamente nada podemos hacer fuera de Él, en otras palabras nada bueno puede nacer de un corazón que se encuentra alejado de la presencia del Señor, ni tampoco nada bueno puede tener lugar en una mente que no esté cautiva por Él. Es decir en todo momento, lugar, situación y etapa de nuestras vidas, somos dependientes de su Presencia en nosotros, somos dependientes Su Gracia, somos dependientes de su Dirección, somos dependientes de su Palabra, somos dependientes de su Amor, de su Favor, de su Voluntad, de su Protección… ¡ Que hermosa dependencia!
En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. [ Juan 15:8]
Es importante de igual manera, el hecho que Dios sea glorificado en nuestro caminar, y ésto a través de nuestro fruto. No obstante el fruto, no significa una apresurada búsqueda de buenas acciones externas . El fruto del Espíritu es mucho más, es producto de una genuina relación con nuestro Señor, por eso es necesario que nuestro principal anhelo sea estar con Él, escucharle a Él, buscarle a Él, caminar con Él, seguirle a Él, Honrarle a Él. Jesús es la vid verdadera y nosotros sus pámpanos, dependientes de su Amor en nuestras vidas, de su Presencia en nuestros corazones, de su Gracia y Misericordia. Ciertamente nada podemos hacer ni dar fruto alguno si no permanecemos en Él.
No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mí nombre, él os lo dé. [ Juan 15:16]
Dios nos eligió a nosotros, nos Amó, nos llamó y nos puso tal como nos dice su Palabra, para que vayamos y llevemos fruto, para éste permanezca, nos llama a en cada momento a mantenernos en ÉL, en su Amor y en su Verdad. A limpiarnos de toda contaminación de espíritu o carne a través de su preciosa Sangre. Es Jesús nuestra fuente de vida, la comunión con Él, la que nos consuela, Su Palabra la que nos guía.
Meditemos en este hermoso privilegio, que por Gracia y Misericordia se nos ha sido concedido. Qué incalculable tesoro el nuestro, que el Creador del universo y de todo lo que en él hay, nos permita tener comunión con su Santo Espíritu, que Honra más grande que el Rey, nuestro Señor Jesucristo nos llame a permanecer en ÉL.
Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor. [ 1° Corintios
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